Hemos visto la película VERBO en clase y ahora nos toca trabajar sobre ella.
Lo vamos a hacer con la siguiente GUÍA DIDÁCTICA tomada del blog UN DÍA DE CINE
En la vida a veces nos encontramos situaciones complicadas, llenas de conflictos, confusión y caos. No sabes cómo has llegado allí, y menos cómo salir; no hay forma de ver por dónde.
Muchas personas describen la situación como estar en un túnel, un pozo, un abismo, donde todo está oscuro y uno no se atreve a dar un paso, y cuando a ciegas trata de avanzar, se da golpes. Y siente la soledad, la impotencia, el miedo, la vulnerabilidad, el agotamiento… Y así se pierden las fuerzas, las ganas de encontrar la salida; uno se encuentra herido, roto, frágil.
Esto que le pasa a Sara, ocurre a veces a los 15 años, y también en otros momentos de la vida, cuando se atraviesa una crisis vital y surgen sentimientos de desesperanza, sintiéndote desarmado, impotente y desvalido. Sara vive en una situación así: el único mundo que conoce, y que siente que no es suyo, sino construido por sus padres y los colegas de sus padres, no le gusta.
Está sufriendo una desilusión por ese mundo, y todavía no siente ilusión por otro. ¿Qué debe hacer? Nadie ha sabido prepararla para las dificultades que trae la vida. Nadie la entiende, a la vez que se enfrenta con la exigencia de adaptarse a ese mundo: “sé realista”, “ya no eres una niña”, “queremos que te vaya todo bien.”
En este caos, que conlleva grandes dosis de incertidumbre, ansiedad, aislamiento, incomprensión, vacío, abismo, oscuridad, angustia y dolor, una salida que puede aparecer (si el dolor es insoportable y la desesperanza ya se ha adueñado de nuestro ser) es acabar con todo, incluso con la vida.
La muerte supone una forma de huir del caos, una búsqueda de tranquilidad, de paz, ante una vivencia desasosegante y desintegradora de la persona.
Muchos piensan en el suicidio como una salida. Pero no es la solución, es un gesto desesperado. Lo contrario, la vida, es la posibilidad y la capacidad de ponerse en juego, admitiendo que se puede ganar o perder.
A veces, la gente trata de atravesar estas situaciones críticas sin mirar e investigar en sus “aguas oscuras”, en su interior. Trata de huir por caminos equivocados que no conducen a nada, paliando el sufrimiento emocional con sustancias psicotrópicas o alcohol, evitando el contacto con lo que lo ocasiona.
Sara necesita seguridades, ánimos, que alguien le diga “lo vas a hacer muy bien”, porque está llena de dudas, de incertidumbre, no sabe lo que quiere, o cómo hacerlo; tomar decisiones en este momento le resulta muy complicado.
Justamente, dice la película, se trata de enfrentar aquellos sentimientos que más cuesta expresar, que más va a costar superar.
Cuando vemos a alguien aislado, que no sale, no se centra en sus estudios, no se relaciona, etc., presuponer que “es una vaga”, “un tipo raro”..., y dejarlo de lado, no lleva muy lejos. Más bien podríamos pensar que esa persona está en un estado de conflicto o debate interno, tratando de decidir qué le gusta y qué no; qué debería hacer y lo que quiere hacer.
Son situaciones en las que se necesita ayuda de los de alrededor y, a veces, profesional. Cuando observamos a un chaval así, hay que poner los medios para que la situación no se estanque. ¿Qué le pasa a ese compañero que no se queda a hablar, que siempre está aislado? ¿Qué haces tú, quién hace algo?
Esta película trata de Sara, pero también de cualquier persona que atraviesa una situación de crisis, de cambio: ¿Con quién has podido hablar cuando te ha pasado algo muy fuerte, a quién se lo has dicho? Para poder bucear en la crisis, en esas aguas oscuras y subterráneas y conectarse con las dificultades y los sentimientos, hay que buscar ayuda, cómplices, y expresar todo eso que llevas dentro. Así la persona se da cuenta de que no está sola; y es que en esas aguas tormentosas también está la capacidad de uno, su poder, y si no se tiene miedo, si uno puede reconocer su propia voz, su propio deseo, entonces podrá afrontar sus problemas.
Y sin embargo, la película también nos hace ver que la vida, en cierto sentido, es un camino solitario. Cada persona tiene que apropiarse de su mundo, no puede aceptar lo que le viene dado, pues por muy bueno que sea, uno tiene que sentir que el mundo es algo suyo porque uno ha hecho algo allí, está su palabra, su obra, su voz.
- A veces cuesta encontrar nuestra propia voz
Es una contradicción que toda persona debe resolver, el dilema de que para entender quién soy yo (“yo soy, yo quiero, yo debo”), para resolver este dilema, necesitamos al otro. De aquí saldrá el “yo puedo”.
La solución llega cuando Sara, cuando cualquiera en su situación, puede salir de su aislamiento, de la pasividad con la que se encontraba viviendo ese proceso, y se convierte en una persona activa, que encuentra no falsas salidas, sino una solución activa, adaptativa pero propia.
Además, la cuestión es que la solución o salida es personal, para cada uno es diferente, y es un proceso en el cual la persona tiene que encontrar realmente su “propia salida”, su propio camino, para que sea una salida de verdad, auténtica, real, que tenga un valor propio. No hay dos personas iguales, dos jóvenes iguales, cada persona es única, cada cual debe descubrir por qué vivir, cuál es su motivación básica, cuáles son sus límites.
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