Salsiví decidió recorrer un camino desconocido y misterioso aquel mismo día... No iría a trabajar porque era su día libre.
Ni siquiera se detuvo a contemplarse en el espejo. La imagen de aquel rectángulo frío no era más que el recuerdo de otra vida.
Caminó con paso firme hacia la calle porque tenía confianza absoluta en su impulso. No era la primera vez que le pasaba aquello. Que ella recordara, siempre había sido así. Siendo apenas una niña podía adentrarse en el Jardín del Laberinto sin miedo a perderse porque ella avanzaba y avanzaba y, al final de sus pasos, allí estaba siempre la salida.
¿Por qué sería distinto esta vez? ¿Por qué en este nuevo camino habría de perderse? ¿Acaso perderse no es sólo la opinión que se tiene de cómo debe hacerse el camino?
Y... mientras caminaba, sonreía. Llevaba la llave de su casa al cuello, a modo de amuleto...
Dedicado a Salsiví.
No hay comentarios:
Publicar un comentario